El equipo liderado por Simon Ruffle, Wai Fung Tsang y Nige Netzband, fundadores de Onaya Science, realizó un estudio para examinar si el uso de Ayahuasca de forma ceremonial podía ayudar a mejorar la salud mental de las personas que han experimentado traumas y si a su vez estas ceremonias estaban relacionados con cambios en los genes.
Para ello se contó con un grupo de 63 personas que participaron en retiros de Ayahuasca organizados por la Ayahuasca Foundation localizada en la selva amazónica en Perú a las que se les preguntó tanto antes y después de los rituales, como seis meses después de los mismos acerca de sus niveles de depresión, ansiedad, malestar psicológico y sobre la compasión que tenían hacia ellos mismos. Además, con el fin de determinar más específicamente el impacto de estas ceremonias en los recuerdos de los traumas también se llevaron a cabo distintas preguntas que permiten evaluar la forma en la que los participantes recordaban eventos pasados. Por otro lado, antes y después de las ceremonias, se obtuvieron muestras de saliva de los participantes para analizar posibles cambios en sus genes.
Tras los análisis, los resultados mostraron que después de los rituales con Ayahuasca, las personas experimentaron una reducción significativa en los síntomas de depresión, ansiedad y malestar psicológico que se mantuvo incluso seis meses después de los rituales. A su vez, los participantes manifestaron un aumento en la compasión hacia sí mismos, lo que también contribuyó a su bienestar emocional a largo plazo.
Aunque no se encontraron cambios significativos en la forma en que se recuerdan los eventos pasados, se observó una disminución en los recuerdos negativos. Esto sugiere que la Ayahuasca podría ayudar a las personas a procesar y superar experiencias traumáticas.
También se analizó si existía alguna relación entre la cantidad de rituales de ayahuasca realizados, la duración del retiro y la frecuencia de uso previo de Ayahuasca, con los cambios en la salud mental. Sin embargo, no se encontraron correlaciones significativas.
Finalmente, a nivel genético, se descubrió que la Ayahuasca afectó la forma en que un gen específico llamado SIGMAR1 funcionaba. Además, se encontró una relación entre la gravedad del trauma infantil y los cambios en el gen SIGMAR1 antes y después de las ceremonias, que sugiere que en las personas con traumas infantiles más graves la Ayahuasca daba lugar a mayores cambios que afectaban a este gen.
En resumen, este estudio ha proporcionado evidencia cuantitativa de que el uso ceremonial de Ayahuasca puede tener efectos positivos en la salud mental, especialmente en la depresión, la ansiedad y el malestar psicológico. A su vez sugiere que estas ceremonias pueden tener un impacto en la forma en que nuestros genes funcionan, pese a que se necesitan más investigaciones para comprender completamente este proceso.
Estos resultados plantean que la terapia asistida con psicodélicos (TAP) también podría llevarse a cabo de forma colectiva y da lugar a distintas preguntas relacionadas con el impacto del uso ceremonial de estas sustancias en sus efectos positivos. Pese a ello aun parece muy lejano el hecho de que las principales agencias de medicamentos internacionales como la FDA o la EMA autoricen el uso de estas sustancias de forma comunitaria, lo cual ni se plantea por ejemplo en la reciente guía para ensayos clínicos con psicodélicos evaluadas por la FDA.A su vez, plantea dudas acerca del efecto que la combinación de las plantas que constituyen la ayahuasca ejerce en los cambios de salud mental producidos por estas ceremonias, algo conocido como efecto séquito.
