MDMA y potencial terapéutico.
El MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina), sustancia psicoestimulante y “entactógena” (del latín en, «interior», y tactus, «toque», es decir, “permitir un contacto interior”), fue sintetizado por la compañía Merck en 1912 como supresor del apetito. Sin embargo, no fue hasta 1970 cuando comenzó a utilizarse en psicoterapia y a popularizarse en la cultura rave. Entre sus efectos destacan la euforia, el bienestar y el aumento de la sociabilidad.
A nivel farmacológico, el MDMA actúa aumentando la liberación de serotonina al espacio sináptico, y secundariamente de dopamina y noradrenalina, produciendo los estados mencionados. Este mecanismo genera efectos positivos y transitorios, seguidos de una “resaca emocional”, caracterizada por fatiga y decaimiento anímico. Sin embargo, en contextos terapéuticos se ha descrito un fenómeno opuesto conocido como “resplandor posterior”.

Resplandor posterior: un estado emocional positivo.
El resplandor posterior describe una sensación de bienestar prolongada tras sesiones de terapia asistida con MDMA. Este estado se caracteriza por emociones positivas, introspección y satisfacción emocional que persisten más allá del efecto agudo de la sustancia, cuya duración típica es de 3 a 6 horas. En estudios se ha descrito un estado de ánimo elevado durante la semana posterior a cada sesión.
Las bases de este fenómeno contradicen la respuesta farmacológica típica del MDMA, que reduce los niveles de serotonina, dopamina y noradrenalina con el consecuente malestar emocional y fatiga. No existe respuesta molecular a esto, ya que al metabolizarse el MDMA se producen sustancias como el MDA, con propiedades psicoactivas asociadas a sensaciones de energía y euforia, aunque su impacto parece limitado por su baja concentración. También se ha planteado que el (R)-MDMA, una forma específica que se descompone más lentamente y está vinculada a la introspección, podría contribuir a efectos emocionales prolongados.
En cambio, las explicaciones psicológicas y contextuales son más aceptadas. Factores como la satisfacción emocional y las experiencias sociales durante el efecto pueden contribuir al resplandor posterior. Igualmente, la novedad de la experiencia para usuarios sin antecedentes previos podría inducir este estado.
Contexto clínico y futuro terapéutico.
El contexto de consumo es crucial para la ocurrencia del resplandor. En situaciones recreativas, el habitual policonsumo de sustancias, la privación de sueño o la nutrición deficiente repercute negativamente sobre el estado anímico, favoreciendo la resaca emocional. Por el contrario, en entornos clínicos controlados, donde el paciente está en un estado relajado, libre de otras sustancias, los beneficios emocionales pueden amplificarse.
Este potencial resulta especialmente relevante en el tratamiento del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Estudios muestran que, tras tres sesiones de psicoterapia asistida con MDMA, un porcentaje significativo de pacientes deja de cumplir criterios diagnósticos. El resplandor posterior, al facilitar estados emocionales positivos tras cada sesión, podría también desempeñar un papel esencial en la continuidad de la terapia.
Este enfoque no solo facilita el procesamiento de recuerdos traumáticos sin reacciones desbordantes, sino que abre la puerta a nuevas aplicaciones terapéuticas. En el futuro, podrían explorarse tratamientos para otros trastornos relacionados con el estado de ánimo, extendiendo el impacto positivo de esta sustancia.