keta and war

La ketamina en la guerra y sus usos terapéuticos

Sintetizada en 1962 por Calvin Stevens, la ketamina ha sido utilizada como anestésico de acción rápida en pediatría, geriatría, obstetricia y veterinaria; y como analgésico en unidades de dolor. Desde hace unos pocos años la psicoterapia la está considerando como una herramienta revolucionaria con resultados prometedores en el tratamiento de diversas formas de trauma y otras condiciones de salud mental como la depresión severa o las ideaciones suicidas.

En dosis altas, la ketamina tiene propiedades psicodélicas de carácter disociativo. Es precisamente este aspecto el que la convierte en un fármaco útil para el tratamiento de traumas de tipo racial o de desarrollo. Combinada en ocasiones con técnicas como la Terapia de Movimiento Ocular, la terapia asistida con ketamina (TAK) busca revivir el trauma desde un lugar psicológico disociado que facilita reactivar recuerdos difíciles con algo de distancia emocional.

Una de las catastróficas consecuencias de la guerra es el deterioro en la salud mental de los ciudadanos que la viven en sus carnes. El médico ucraniano Vladislav Matrenitsky está utilizando la ketamina para prevenir el trastorno de estrés postraumático (TEPT) en soldados, condición a su vez relacionada con el abuso de otras sustancias como el alcohol o los opioides. Estadísticas mencionadas por Matrenitsky en su paso por el congreso sobre ketamina organizado en Barcelona por Clínica Synaptica, apuntan a un 80% de soldados con problemas de salud mental al término de una contienda. Así como la TAK ha demostrado buenos resultados de remisión para el TEPT, parece que puede ser útil a la hora de anticiparse al desarrollo de dicho trastorno en bomberos, soldados, polícias y víctimas de abusos o terrorismo, pues habitualmente tarda un tiempo en desarrollarse tras la experiencia traumática. Si bien la genuina solución estaría en acabar con las guerras, psicodélicos como la ketamina o la MDMA podrían parchear esta situación mejorando la realidad material de millones de personas en el mundo.

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La ketamina está siendo igualmente investigada como una alternativa viable para pacientes que no responden a antidepresivos tradicionales. Estudios recientes indican que una dosis baja puede provocar una rápida reducción de los síntomas depresivos. Esta rapidez es vital en casos de depresión severa con ideación suicida, ofreciendo una ventana de oportunidad para quienes no responden a las intervenciones habituales.

En comparación con tratamientos convencionales, la accesibilidad y el costo de la TAK, hace que sea una alternativa asequible y atractiva para una multitud creciente de personas que sufren trastornos mentales graves en el mundo. Especialmente allá donde hay guerra o donde los recursos son limitados, resulta importante que las terapias asistidas con psicodélicos reciban la atención que merecen dados los resultados que ofrecen.

Con todo, el desafío de la ketamina, a diferencia de otros psicodélicos como la psilocibina o la MDMA, es su potencial riesgo de abuso, puesto que puede llegar a provocar síndrome de abstinencia. Dicho esto, las cantidades y frecuencias con las que se administra en contextos terapéuticos están lejos de provocar problemas relacionados con la adicción o el abuso.