Ibogaína: actualidad sobre una herramienta disruptiva frente a las adicciones

Multitud de comunidades en África Occidental, especialmente Gabón, celebran rituales Bwiti donde la iboga, una raíz psicoactiva, juega un papel central como planta sagrada. De estos usos tradicionales nace la ibogaína, su principal alcaloide, que ha captado el interés internacional por su potencial para interrumpir de forma rápida patrones de consumo abusivo de diferentes sustancias, principalmente opioides. Desde INAWE ya abordamos la inversión que se está realizando por diferentes estados de EE. UU para impulsar el desarrollo clínico de esta sustancia en la lucha contra la crisis de los opioides.

ibogaina

En los últimos años, su uso terapéutico ha despertado el interés de comunidades clínicas, científicas y espirituales, como exploramos en nuestra reciente publicación sobre turismo médico alternativo, donde la ibogaína ocupa un lugar creciente en los retiros latinoamericanos. Más allá del contexto ceremonial, la investigación con animales nos muestra cómo interactúa con receptores específicos del sistema nervioso implicados en el deseo y recompensa (como NMDA y kappa-opioides), reduciendo el consumo compulsivo en animales incluso tras una única dosis.

Hoy en día, destaca el ensayo clínico liderado por ICEERS, pionero a nivel mundial, donde sujetos con dependencia a opioides bajo tratamiento con metadona recibieron ibogaína en un entorno controlado. Los primeros resultados, recientemente publicados, mostraron una reducción significativa del 50% en la dosis diaria de metadona y además, los participantes reportaron sensaciones de alivio y relajación. Por otro lado, aunque los síntomas de abstinencia aumentaron ligeramente a las 12 horas no se reportaron eventos adversos graves. El tamaño muestral fue reducido, pero estos primeros datos refuerzan la necesidad de seguir investigando su eficacia en contextos clínicos reales.

Acompañando a este interés clínico, la ibogaína se ha convertido en un reclamo habitual en clínicas privadas y centros de retiro, ofreciendo tratamientos que alcanzan los 5000 euros por sesión, habitualmente fuera de marcos regulados. Los riesgos que esto conlleva en términos de seguridad, integridad terapéutica o banalización del uso ritual de la sustancia son elevados, advirtiendo principalmente las posibles alteraciones del ritmo cardiaco, que pueden derivar en arritmias graves, requiriendo un protocolo clínico riguroso para garantizar su uso seguro.Estudios como el liderado por ICEERS representan un primer paso en la construcción de evidencia clínica sobre el uso de ibogaína en contextos controlados. Aunque los resultados preliminares son prometedores, se necesita aún una base más sólida de datos para valorar su eficacia, seguridad y aplicabilidad real en entornos asistenciales. La ibogaína, dentro del ámbito de la terapia asistida con psicodélicos (TAP), plantea retos clínicos que requieren de investigación rigurosa y protocolos bien definidos para determinar si estas intervenciones pueden integrarse, de forma accesible y segura, en futuras estrategias terapéuticas frente a las adicciones.